lunes, 17 de junio de 2013

CAP 4-5


Capítulo 4

El palacio



Todos fueron hacia la sala del rey, por los inmensos pasillos de aquel palacio. Les costó encontrar la sala pero finalmente llegaron. Tocaron a la puerta y un caballero del rey les abrió.



-Mi señor, los caza mounstros están aquí. -Dijo el caballero.



-Adelante chicos.-Contestó amablemente el rey.



Al fin lo veían de cerca, siempre lo habían visto en actos públicos asomado en su balcón, pero nunca habían estado tan cerca. El rey Alfgar, Era un hombre corpulento, alto. Tenía unos cincuenta años pero no parecía estar cansado. Tenía el pelo canoso pero largo, y los ojos azules, sus rasgos estaban muy marcados y su mirada era firme pero un poco triste, probablemente porque, como todos sabían, en la guerra perdió a su esposa y se quedó solo con su hija Ényah, que vive junto a él en el castillo.

Todos se pusieron en fila delante de él e hicieron una reverencia.



-Quería agradeceros personalmente lo que habéis hecho. Por lo que sé ese hombre, junto a otro y un caballero mío querían tomar el control de Denfly, invocando a mounstros controlados por ellos. Y habeis conseguido capturar a los tres, sois increíbles. Pero, lo que no sabemos, es si actuaban para una organización, o lo que es peor, para otro país. Así que debo pediros un favor.



-Lo que usted ordene, su majestad. -Contestó firmemente Chris.



-Vereis, necesito que vayais a las islas de Pernea, -Comenzó a ordenar el rey- y que habléis con el rey Tristán, viejo amigo mío, y le pidáis que nos den protección extra y refuerzo. Os mando a vosotros porque para llegar a esas islas desde aquí la ruta es peligrosa, ya que hay que pasar por el mar de Cor, que como sabeis, está plagado de mounstros salvajes. Llevareis con vosotros uno de mis mejores ejércitos como ayuda, además os proporcionaré uno de mis barcos de batalla. No podemos caer en estos momentos, Denfly tiene que resistir. Así que en dos días partireis a primera hora, ¿entendido?



-¡Sí, su majestad! -Contestó Chris.



-Y como muestra de agradecimiento, hoy os invito a cenar en mi palacio. -Sonrió el rey.



-¡Muchas gracias señor! -Contestó Dafne feliz, ya que no había comido en todo el día.









Salieron de la sala y fueron a pasear por el palacio, era increíble, parecía una mansión infinita. Comenzaron a visitar la bilioteca, repleta de todo tipo de libros, tenía dos plantas, y en medio una esfera gigante del mundo. Depués visitaron el gran salón, donde había unas escaleras en las que estaba el trono del rey y el de la princesa a su izquierda.



-Menudas fiestas podría hacer aquí, ¿os imaginais cuantas chicas vendrían? -Digo Sever ilusionado.



-¡Siempre estás igual eh! -Contestó Dafne. Sever re rió y siguieron viendo salas, sin darse cuenta se estaban separando con cada sala que visitaban. Eric al final acabó solo, pero cuando se dio cuenta ya no encontraba a sus compañeros. Estaban todos tan impactados por la belleza del castillo que no se daban cuenta de lo demás.

De pronto Eric llegó a un jardín inmenso, y se quedó mirando unas flores que parecía que tenían pensamientos propios, ya que se movían alegremente.



-Son mis flores favoritas. ¿No son geniales? -Le dijo una voz muy aguda y fina a Eric.



-Sí que lo son. -Eric no se había dado cuenta de con quien estaba hablando, simplemente miraba como las flores se movían de un lado a otro. Cada una era de un color, era impresionante. Eric se giró para saber con quien hablaba y se dio cuenta de que tenía ante él a la princesa Ényah. Se puso blanco al verla, ya que le había hablado como si fuese una persona normal y corriente. Podrían hasta mandarlo al calabozo por eso. Era una chica con el pelo rubio recogido en una coleta al lado, tenía unos rizos preciosos. Sus ojos eran azules y tenía una cara muy feliz. Era alta y muy delgada, parecía una muñeca.



-¡Perdóneme su majestad! ¡No me dí cuenta, mis disculpas princesa Ényah! -Dijo él muy apurado.



-¡Jajaja! No pasa nada. -Sonrió ella.- Yo también me quedo tan impresionada cuando veo esas flores que no me doy cuenta de nada. ¿Cuál es tu nombre? ¿Trabajais para mi padre? -Preguntó ella.



-Mi nombre es Eric Faighton. No, no trabajo para él, pero me ha encomendado una misión junto a mi grupo para mantener la paz en Denfly. -Respondió Eric.



-¿Cual es su profesión? -Preguntó la princesa interesada.



-Pues... soy caza mounstros. -Contestó él.



-¡Asombroso! Debes haber estado en muchos sitios, pero ¿no os da miedo vivir sabiendo que en cualquier misión podeis perder la vida? -Dijo ella.



-Bueno, tampoco le tengo mucho apego a ella. Además, no temo a la muerte, para mí es simplemente la ausencia de vida. -Contestó Eric serio.



-Vaya, sois una persona interesante.-Le dijo Ényah. -¿Vais a quedaros hoy aquí?



-El rey nos invitó a cenar esta noche, -Dijo Eric- después nos iremos a casa y en dos días partiremos.



-Vaya...Eric, ¿Querríais venir mañana? Me gustaría salir del castillo e ir por a aldea, y necesito un guardaespaldas....-Le propuso la princesa.



-Sí, mi señora. Pero, ¿el rey estará de acuerdo? -Contestó él. -A primera hora vendré aquí.



-El rey no sabrá nada. -Dijo ella.



-Bueno princesa... como mande. -Aceptó Eric.



-Perfecto, hasta mañana pues. -Se despidió ella feliz.



Eric no entendía lo que acababa de pasar, ¿la princesa pidiéndole protección? Intentó no pensarlo mucho, y fue a bucar a sus compañeros, que le estaban esperando en el salón principal.



-¡Eric! ¿Dónde te habías metido? ¡Vamos a llegar tarde! -Gritó enfadada Dafne.



-Lo siento, estaba en el jardín. -Le dijo Eric temeroso.



Avanzaron hacia el gran comedor donde les estaba esperando el rey junto a su hija. Era inmenso, la mesa estaba repleta de todo tipo de comida. Las paredes eran blancas con detalles dorados, y habia una lampara enorme de cristal colgando del techo. Habían muchos sirvientes rodeando la mesa, invitándoles a tomar asiento. No se lo podían creer.



-Por favor muchachos, sentaos y comed todo lo que querais. -Les ofreció el rey Alfgar. -Por cierto, os presento a mi hija Ényah.



Todos hicieron una reverencia a la princesa, y ella les sonrió.



-Os agradezco la ayuda prestada a Denfly, porfavor, comed tanto querais. -Dijo Ényah con una amplia sonrisa.



-¡Madre mía! ¡Esto es increíble! Después de esto no voy a comer durante tres días. -Dijo Dafne muy emocionada.



-¡Dafne! ¡Compórtate! Eres una señorita. -Le dijo Sever.



-¡Una porra! Por cierto, ¿alguien tiene una bolsa? Podemos meter comida y nos la llevamos para otro día. -Susurró Dafne a sus compañeros.



-¡Dafne! ¡Estás loca! ¡El rey nos tomaría por ratas! -Dijo sorprendido Chris.



-Sólo es por aprovechar bien esta cena... -Contestó ella.



Todos se rieron. La cena estaba espectacular, todo era delicioso. El rey les preguntó por sus vidas y tubieron conversaciones agradables. Se lo pasaron realmente bien.

Después de aquella cena, cada uno marchó a su casa.



















Capítulo 5

Dolor interno



-Chris... ¿Por qué me evitas? Antes estabas siempre conmigo pero desde hace unos días ni me miras... Yo....quería hablar contigo.



-¿Qué pasa?



-Verás... eh... Desde que nos conocimos, hemos luchado codo con codo. Me enseñaste a manejar el arco, de echo me regalaste el que uso. Me has salvado de muchos mounstros y lo hemos pasado muy bien juntos... Chris...yo... estoy enamorada de ti.



-Es cierto que lo pasamos muy bien juntos, nos llevamos genial... Pero...me he distanciado porque... he conocido a una chica que es algo totalmente distinto... Verás, contigo está todo bien, pero, no siento nada... En cambio ella... Espero poder llegar a estar junto a ella algún día, desde el primer día que la vi siento mariposas en el estomágo... mariposas eh, jamás creí que eso existía de verdad. Lo siento, Dafne.



-Chris...¿por qué no me lo dijiste sin más? ¿Por qué me hiciste ilusiones y luego simplemente te alejaste? ¿Qué tiene ella que no tenga yo...?



-Lo siento... no sabía como decírtelo... y pensé que si me alejaba te olvidarías de mi... Y no es que ella tenga algo más o menos que tú, simplemente Nérida tiene ese "algo" que hizo que me enamorara perdidamente , es algo que contigo nunca podría llegar a sentir. Dafne... no estés mal por favor...



-¡E-Eres un maldito idiota! ¡Creía que eras alguien noble, alguien digno de admirar! ¡Pero no llegas ni a la planta de los pies de cualquier villano! ¡Así que, deja de hacerte el maduro y el ejemplar porque eres el peor de todos! ¡Te odio!



-¡Dafne! ¡Espera!



Dafne se despertó sobresaltada,con lágrimas en los ojos. Odiaba soñar con ese recuerdo. Volver a sentir esa sensación de vacío en el momento en que Chris pronunció esas palabras. Lo que le costó asumir la realidad y ver a Chris de nuevo como a su amigo y a Nérida como a una compañera más, la novia de Chris. Las noches en vela que pasó llorando por sentirse tan humillada.

Pero desde ese día nunca más estaría con ningún chico, eso estaba claro. No iba a sufrir por nadie, ¿para qué? Así estaba bien.



Ya era por la mañana, así que fue al baño a lavarse la cara.



-"Es algo que contigo nunca podría llegar a sentir...". Aquellas palabras retumbaban en su cabeza... Dafne se miró al espejo, pensativa. Alzó su mano hacia el espejo, rozándola por la zona que reflejaba su mirada.



-Nunca serás Nérida, ni para Chris, ni para nadie.- Se dijo así misma.

Le cayó una lágrima por su mejilla, pero rápidamente se la quitó y fue a vestirse, otro día debía comenzar, otro día más...









-¡Buenos días su majestad! -Dijo Eric animado.



-¡Buenos días Eric! -Contestó la princesa Ényah.



-¿A dónde le apetece ir hoy mi señora? -Preguntó él.



-Pues, he oído que hoy hay un gran desfile en la plaza central, ¡llévame! -Ordenó ella simpática.



-Oh, es cierto, el carnaval de Denfly. ¿Nunca lo ha visto, su majestad? -Preguntó extrañado Eric.



-No, nunca me dejan salir de castillo. Pero mando a que hagan fotos, y luego una vez impresas las veo, y así sé más o menos sé lo que ha pasado. Pero no tiene ni punto de comparación con ir a verlo... Por cierto, no quiero llamar la atención, asi que hoy me pondré un vestido sencillo y no llevaré la corona, no quiero que nadie me diga nada. Así que no me hables tan formal, Eric. -Dijo ella sonriente.



-Está bien... Ényah. -Dijo Eric forzoso.



-Muy bien, espérame aquí, voy a cambiarme. -Contestó ella.



Eric la esperó por un rato en el la puerta principal del castillo. No se podía creer que fuese a ir a ver el desfile con la princesa de Denfly, estaba asombrado. La princesa Ényah salió del cuarto con un vestido color rojo oscuro muy sencillo, y llevaba una coleta alta hecha con un lazo. Parecía una ciudadana más de allí, aunque era muy guapa.

Comenzaron a andar por la ciudad, dirigiéndose al centro de la aldea a ver el gran desfile de carnaval. Llegaron y Ényah quedó completamente impresionada, era todo tan colorido... Habían carrozas enormes de todos los colores donde había encima gente disfrazada. También había una orquesta que reproducía alegres melodías. La gente tiraba globos, serpentinas... Era una vista muy alegre. Apareció la reina del carnval y el alboroto fue mucho mayor. Estaba disfrazada de princesa, llevaba una corona gigante de color rojo y un vestido muy pomposo de muchos alegres colores. Iba feliz saludando a todos y lanzándoles besos. Ényah miraba muy alegre.



-¡Ojalá tuviese yo una carroza tan bonita! -Gritó emocionada.



-¡Jajaja! ¿Te gusta? -Preguntó él.



-¡Es increíble! ¡Nunca había visto nada tan colorido! Además, estás aquí conmigo. Mi vida es perfecta. -Dijo ella mirándole feliz.



-Ényah... -Eric se puso rojo como un tomate- Apenas me conoces...



-Pero me transmites mucha tranquilidad, además eres muy guapo Eric. -Dijo ella averonzada.



-Esto... ¿Quieres ir a tomar un helado? ¡Conozco un sitio que hacen unos helados increíbles! -Contestó él muy deprisa.



-¡Vale! -Respondió ella.





Dafne fue al bar de al lado de su casa. Había estado toda la mañana con su dragón, Luz, volando y entrenando con él. Llegó cansada allí, sola. Se sentó en un taburete de la barra y pidió una cerveza y unos cacahuetes.



-¿Hoy tienes día libre Dafne? -Preguntó el camarero, James.



-Si, ya era hora -Respondió ella.



El camarero la miró feliz y le sirvió su pedido.



De pronto escuchó unas risas entrando al bar, eran Chris y Nérida. Iban cogidos de la mano y se sentaron en una mesa pegada a una ventana del bar. Dafne, intentando disimular su tristeza, se acercó a saludarles.



-¡Hola tortolitos! -Dijo sonriente.



-¡Hola Dafne! ¿Quieres tomar algo? -Sonrió Nérida con su bonito rostro de niña pequeña.



-No gracias, ya me he tomado una cerveza y unos cacahuetes, pago y me iré. -Respondió ella simpática.



-Oh, bueno, pues me alegro de verte. -Dijo Nérida.



-Y yo, ¡pasadlo bien! -Dijo Dafne mientras miraba feliz a Chris.



Dafne se acercó a la barra para pagar lo que había tomado, y Chris se acercó para pedir. Había gente delante así que tuvieron que esperar su turno. Chris miró a Dafne y se acercó a ella.



-Dafne, ¿cómo estás? -Preguntó Chris preocupado.



-Estoy muy bien Chris, ¿y tú? -Dijo ella mirándole seria.



-Bien... ¿Pero tú segura que estás bien? -Respondió Chris.



-Chris, ya hace mucho que pasó todo, en serio, no te preocupes, ¡todo está bien! -Dijo ella feliz.



-Está bien Dafne, nos vemos. Te invito a lo que hayas pedido -Chris le sonrió y se acercó al camarero.



-Gracias Chris. -Dijo ella y se marchó.



Dafne se despidió de Nérida y salió de aquel bar. Al salir vio a Sever con una chica, le estaba diciendo que después de la expedición en barco volvería e iría a su casa con unas flores, pobre chica, siempre las engañaba a todas...















-¡Hombre, Dafne! Qué grata sorpresa. Mira Elisa, esta chica es la que salvé de las garras de un mounstro horrible, era una aráñacien (especie de araña con muchas patas). -Dijo Sever entusiasmado.



-Pero qué... -Dijo Dafne. Todo era completamente mentira, pero Sever comenzó a mirarla con cara de pena y ella le dijo que todo era verdad.



-¡Eres increíble Sever! -Dijo la chica emocionada.



-Lo sé... Bueno, Dafne, nos vemos mañana. Espero no tener que salvarte de más mounstros eh -Dijo Sever.



-Sí eh...-Contestó Dafne con ironía.



Se despidió de ellos y se fue a la montaña más alta de Denfly, la montaña Dénara. Subió sin su dragon porque no quería que hiciera mucho esfuerzo, así que la escaló sola con su arco a cuestas. Llegó a la cima, era la primera vez que subía. Vio Denfly y reconció que era preciosa. El castillo, el bosque, las casas, todo... Era maravilloso. Comenzó a practicar su puntería con el arco, y sin darse cuenta se le hizo de noche.

Empezó a descender la montaña, pero estaba demasiado oscuro. Debía de tener mucho cuidado o se caería y probablemente se mataría. Pero mientras bajaba, apoyo el pie en una roca frágil y se cayó...

Qué torpe había sido... Bueno, no estaba mal una muerte así para ella. Aunque la gente pensara que era un suicidio ni si quiera había sido eso, era mucho más tonto... Pero en fin, ¿a quién le importaba? Si estaba sola, y así es como iba a morir, sola.



"Es algo que contigo nunca podría llegar a sentir...". Volvieron a resonar esas palabras en su cabeza, ¿de verdad era lo último que iba a pensar? ¿Ya está?

Pero de pronto, apareció un chico vestido de negro sobre un dragón blanco. Sin duda era Ian. Alcanzó a Dafne a tiempo y la subió a su dragón.



-¡Idiota! ¿Qué hacías ahí sola? ¿Qué pretendías? -Gritó Ian histérico.



-Yo.. eh... Estaba practicando...pero se me hizo de noche y no tenía a mi dragón... -Respondió ella avergonzada.



-¡Dafne! ¡De veras eres tonta! En fin... agárrate fuerte, vamos a aterrizar. -Gritó Ian.



El dragon de Ian aterrizó cerca de la casa de Dafne. Ella bajó del dragón y miró hacia arriba, donde estaba Ian sobre su dragón. Hacía una imagen muy bonita. Él iba de negro con su dragón blanco en la noche y justo detrás se veía el cielo estrellado con una luna inmensa. Se dio cuenta de que Ian le acababa de salvar la vida.



-Bueno, me voy, descansa que mañana nos espera un duro día, y no hagas más tonterías. -Dijo Ian serio. Se giró en su dragón para despegar de nuevo.



-¡Ian! .gritó ella.



Él se giró inesperado.



-Gracias... por salvarme... de no ser por ti estaría muerta. -Dijo ella mirando al suelo.



-Oh... no importa... Bueno, adiós. -Ian despegó con su dragón y se fue a casa.

Dafne suspiró y se fue a su casa. La mente de Ian era como un muro de piedra para ella. Totalmente impenetrable.





Eric y Ényah lo habían pasado muy bien ese día, pero ya se les había hecho de noche así que Eric la llevó a castillo.



-Eric, me lo he pasado genial. Realmente eres increíble. -Agradeció Ényah.



-Yo también lo he pasado bien, un placer haberla protegido mi señora. -Respondió Eric.



-Mañana os vais, ¿cierto? -Preguntó ella.



-Sí. Bueno, me marcho a casa. ¡Adiós! -Contestó él.



-¡Espera! Eric, ¿puedo preguntaros algo? -Dijo ella apurada.



-Lo que queráis. -Respondió Eric.



-¿Creeis en el amor Eric? -Preguntó ella muy seria.



Eric se calló y se puso muy serio. ¿El amor? ¿Qué clase de pregunta era esa?



-Eso es algo que no puedo responder princesa Ényah. Buenas noches. -Dijo Eric mientras se marchaba.



¿Así que el amor eh...? No, él no podía creer en eso. Ya le habían decepcionado bastante. A él no le importaba estar solo. A veces sí que es cierto que desearía estar con alguien, cuando ve a Chris y Nérida lo bien que se entienden siente cierta envidia pero, no era algo que le atormentase todo el tiempo. Además, lo que sentía por Ényah no cree que sea algo parecido al "amor", pero sí que pensaba que es simpática.

Eric llegó a su casa y fue a dormir.



-¡Karina! ¿Que significa esto...?



-Eric... Te voy a ser sincera... Sé que me quieres, pero, no he sido sincera contigo... Realmente, estaba contigo porque así conseguiría que este chico, Jared, volviera conmigo... No te quiero, Eric.



-Chaval, ¿no ves que sólo te han utilizado? Eres sólo un idiota. Vete y deja de molestarnos.



-Eric, lo siento, no volveremos a vernos nunca.



-Yo... y-yo...



Corre. Corre no mires atrás. Esto es una pesadilla ya verás, pellízcate y despertarás al lado de Karina y todo estará bien. No... no funciona... ¿es real? ¿me han utilizado? La primera chica de la que me enamoro... Dios... ¿La muerte? ¿Es esto parecido a morir? ¿O lo más parecido a desear morir? Sólo quiero ir a casa... No me quiere... no me quiere... ¡NO ME QUIERE...!



Eric se sobresaltó de la cama. Los recuerdos le invadían convertidos en pesadillas. Trató de volverse a dormir ya que mañana era un día importante.

sábado, 1 de junio de 2013

CM




Capítulo 1.

Las grandes espadas



-¡Siete!



-¡Con este nueve!



-¡Dos a la vez! ¡Nueve!



-¡Sólo queda uno Chris!



-¡Vamos!



Chris y Eric saltaron juntos a por el último Forion que quedaba con vida. Los Forion eran unas criaturas bastante desagradables a la vista, eran muchos pero también eran fáciles de vencer. Los dos se miraron desafiantes, eran unos cabezotas y muy competitivos entre ellos, pero Chris siempre le ganaba en ser testarudo a Eric.



-Bueno pues está bastante claro que he ganado yo, ¿no? -Vaciló Chris



-¡Pero si le he dado yo primero! -Contestó Eric rabioso.



-Oh vamos, esta vez te dejaré ganar pero porque ya te voy ganando con demasiada ventaja y quiero darle más emoción... -Chris, como siempre, chinchando a Eric.



-¡Pero si estamos casi empatados! Qué morro tienes...Siempre vas a ser igual eh -Dijo Eric.



-Bueno, supongo que hay cosas que nunca cambian. Por cierto, vamos a salir de aquí que esto empieza a derrumbarse, ¡corre Eric! -Advirtió Chris.



Los dos escaparon del derrumbamiento de aquel lugar. Les habían mandado la misión de aniquilar a los Forion, ya que estaban causando problemas al sureste de Denfly. Ésta vez mandaron a Chris y Eric sólos, ya que Gardian sabía que podían vencerlos fácilmente. Subieron a sus dragones, y volvieron a Denfly.



-Hola muchachos, veo que pudísteis con el problema de los Forion, ¿estoy en lo cierto?-Comentó Gardian



-Por supuesto, jefe. -Respondió firmemente Chris.



-Perfecto, aquí teneis 300 Denlas cada uno. Por cierto, os he traido un regalito para los dos. Una espada de las de Kóregan y otra de Solemor. Talladas a mano por los guardianes del lago del Fin, con las cuales murieron defendiendo su territorio, ahora las he conseguido para vosotros. Existen también ocho espadas más, así que valoradlas bien, que cada una es única. -Ofreció Gardian.



-¡Guau! Son increíbles, ¡con ésto seremos mucho más fuertes, Chris! -Eric se emocionó al ver tales espadas.







-Son geniales, la espada de Solemor es muy pesada, pero hace unos cortes profundos y eficaces, y la espada de Kóregan, no pesa demasiado, pero hace unos cortes precisos y está muy afilada. Así que, por vuestras habilidades y físico, creo que será mejor la espada de Solemor para Chris y la de Kóregan para Eric. -Propuso Gardian.



-¡Genial! -Dijeron los dos a la vez.



-Bueno, eso era todo chicos, mañana teneis el día libre. Hasta pronto.



-Adios señor Gardian.



Chris y Eric salieron de la sala, y se fueron a una taberna cercana donde estaban sus demás compañeros.



-¡Chris!



-¡Nérida!



Chris fue corriendo a abrazar a Nérida. Era una chica de unos diecisiete años, con el pelo largo y liso, de color negro, y los ojos de color verde intenso. No era muy alta, y era delgada, tenía una sonrisa que le hacía parecer una niña pequeña, además tenía una voz muy dulce y tranquila. Llevaba unos pantalones largos negros, con una camisa gris, era una chica discreta. Nérida miró de nuevo hacia la puerta y vio a su amigo Eric.



-¡Eric! ¿Cómo ha ido la misión? ¿Estáis los dos bien? -Preguntó Nérida.



-¡Hola Nérida! Ha marchado todo como la seda, no te preocupes. Pero que sepas que tu novio es un tramposo. -Contestó Eric, riéndose.



-No hace falta que lo jures. -Rió Nérida.



-¡Eh, eh! ¿Acaso os vais a aliar contra mí? ¡Eric te recuerdo que ahora tengo la espada de Solemor! -Chisteó Chris.



-¿Tienes la espada de Solemor? ¡Es increíble Chris! -Dijo Nérida.



-Sí, y Eric la de Kóregan. ¡Ahora seremos más increíbles que antes! -Dijo orgulloso Chris.



-¿Las espadas de Solemor y Kóregan? ¡El jefe os tiene mimados eh! -Dijo una voz potente pero femenina. Sin duda era Dafne, una chica de diecieis años, era una chica alta y esbelta, se la veía fuerte, llevaba el pelo rubio ondulado, recogido con una cinta, tenía los ojos de color almendra, y una energía infinita. Llevaba unos pantalones cortos con unas botas negra altas y una camiseta roja de tirantes. Era la típica chica con la que no te gustaría discutir.



-¡Dafne! ¿Ya has vuelto de la misión contra los Garuk? -Se asombró Eric.



-Pues claro, yo volví ayer. Sois dos lentos, y yo sin espada...Pero que sepáis que he conseguido un arco nuevo para destriparos a todos. -Contestó Dafne.



-¡Lo peor es que sí que lo harías! -Bromeó Chris.



-Por cierto, ¿Dónde están Sever e Ian? -Preguntó Eric



-Pensando en un plan para robaros las espadas. -Aparecieron Sever e Ian por la puerta de atrás.



Ellos tenían también unos dieciocho años. Sever era un chico muy atractivo, con el pelo muy rubio y los ojos azules, era alto y fuerte, y tenía una sonrisa picarona. Llevaba el pelo corto pero con la parte central más larga hacia arriba, le quedaba muy bien. Ian, en cambio, llevaba el pelo casi por los hombros de color negro muy liso, que le tapaba casi un ojo, éstos eran azul muy oscuro, pero tenía algo en la mirada muy profundo. No era tan alto, ni tan fuerte como Sever, pero su sonrisa era mucho más bonita, lástima que sonriera pocas veces.



-¡Chicos! ¿Cómo estáis? -Preguntó Chris.



-Muy cansado, me voy a morir de sueño. Los Garuk tenían una energía... Eran pocos pero pesados. -Respondió Sever.



-¿Y tú, Ian? -Preguntó Nérida.



-Bien. -Contestó Ian mirando al suelo.



-Pues si todos estamos bien, ¡vamos a celebrarlo! ¡Yo invito! -Gritó Dafne feliz.



Todos comenzaron a beber y a contar anécdotas sobre sus misiones.



-Chicos, me voy ya. Ya nos vemos. -Dijo Ian.



-¡Pero si aun vamos por la primera ronda! ¿Ya te vas? -Conestó Dafne.



-Es que estoy cansado, pasadlo bien. -Y se fue.



-Este chico... siempre tan reservado, así nunca ligará. -Dijo Sever.



-¿Oye tu no estabas muerto de cansancio? -Le preguntó Chris.



-Un poco pero... ¿has visto a esas dos chicas? ¡No me iré sin conquistar al menos a una!-Dijo Sever animado.



-Desde luego... ¡eres un mujeriego! -Le dijo Nérida.



-No eh, sólo que intento comprender a las mujeres, ¿y qué mejor forma que pasar un buen rato con ellas? -Bromeó Sever.



Todos rieron, lo estaban pasando genial a pesar de estar cansados por sus misiones. Eran un buen equipo. Pasaron juntos una buena noche, y después cada uno se marchó a su casa.



Chris acompañó, como siempre, a Nérida a su casa. Iban cogidos de la mano mientras andaban por las calles de Denfly.



-No me gusta que nos den las misiones separados. -Le dijo Chris.



-A mi tampoco... Pero ya sabes, aquí no mandamos nosotros... -Contestó Nérida.



-Lo sé, y eso me enfada, porque en esas misiones si te pasa algo no podría protegerte, pero ¿sabes qué? Algún día, te prometo que sí que mandaremos nosotros, me cueste lo que me cueste, te daré un buen futuro. -Dijo Chris.



Nérida miró feliz a Chris, sabía que él era capaz de cualquier cosa por ella.



-Chris, no me hace falta una vida mejor. Con la que tengo ahora soy muy feliz, y es gracias a ti. -Ella le sonrió y se abrazaron.



De pronto, mientras se abrazaban, Chris empujó a Nérida hacia atrás muy fuerte y desenvainó su nueva espada.



-¡Quédate atrás Nérida! ¡Yo me encargo! -Gritó Chris. Un mounstro, que parecía un Kinir, (es una especie de lobo muy rabioso con los colmillos afilados y que lanza fuego) les atacó. A Chris no le costó mucho vencerlo ya que era un sólo Kinir y no era muy fuerte.



-¡Nérida! ¿Estás bien? -Chris fue corriendo hacia donde ella estaba.



-Sí, tranquilo. Te ha hecho una buena quemadura... Siéntate. -Le dijo Nérida.



Se sentaron en un banco que había cerca y Nérida le curó la quemadura en seguida gracias a sus poderes de sanación.



-¿Te encuentras bien? -Preguntó ella.



-Sí, muchas gracias. Es extraño... tenemos muy controlados a los mounstros... ¿Cómo se ha podido colar un Kinir en Denfly? Me pregunto si habrán más, pero no creo... Habrá sido un descuido... supongo. -Chris se preocupó bastante, ellos mismos eran los que se encargaban de cazar a los mounstros que intentaban hacer algún daño a su aldea.



-No te preocupes Chris, habrá sido un descuido. -Le dijo Nérida para tranquilizarle.



-Eso espero... -Contestó él.



-Mañana nos vemos, buenas noches. -Llegaron a la puerta de casa de Nérida y ella abrió la puerta.



-Dulces sueños. -Chris la besó en la fente y se marchó hacia su casa, pensando en lo que había pasado. Sentía que había hecho mal su trabajo, o que algo extraño estaba pasando, pero tampoco quiso hacer un mundo de ello, ya que, tenía muchas cosas en las que debía pensar...























Capítulo 2

Mi hermano



-¿Cómo has podido con ellos tú sólo? ¡Eres increible!



-Tampoco es para tanto... lo que pasa es que tú eres muy débil.



-Esto.. ¿Me podrías enseñar a defenderme?



-¿Estás solo?



-Sí...



-Las guerras de Coren... ¿verdad?



-¿Cómo lo has sabido?



-Porque tienes una mirada... que ha visto la guerra. Pero, no te preocupes, a partir de ahora, ¡yo estaré contigo!



-¿Tú también estás solo?



-No, ¡ya no! Por cierto, me llamo Christopher Waller, pero llámame Chris.



-Vale, yo me llamo Eric Faighton. ¿Cuántos años tienes? Yo tengo trece...



-Tengo catorce, así que seré el hermano mayor.¿Te parece bien?



-Es genial. -Contestó Eric con una sonrisa. Al fin había encontrado un amigo, alguien que cuidara de él y que le enseñara a vivir. Chris le parecía como su salvador, era un chico de pelo castaño, no muy largo pero tampoco corto y ojos marrones oscuro, pero tenía algo que le hacía verse alguien firme y de corazón, alguien que siempre cumple su palabra. Eric era un chico con el pelo rubio ceniza, largo, y los ojos marrones verdosos, tenía una cara bastante inocente, y eso es lo que hizo que Chris confiara en él desde el principio.



Eric despertó a la mañana siguiente. Hacía tiempo que no soñaba con nada, y recordar ese momento le hizo comenzar el día muy feliz, aunque le dolía la cabeza por la bebida de la anterior noche... Se vistió y desayunó, fue a la casa de Chris, que no estaba muy lejos, y le gritó desde abajo para que se asomara a su ventana.



-¡Buenos días dormilón! -Gritó Eric.



-¿Qué haces ya tan temprano? ¡Son las 7! ¿Es que no puedes vivir sin mí? -Contestó Chris.



-Era una sorpresita de enamorados... -Bromeó Eric.



-Anda ya, venga, ahora bajo. ¿Cojo a mi dragón? -Preguntó Chris.



-Sí, quiero volar por las afueras. -Dijo Eric.









Al poco rato, Chris bajó ya preparado para marchar. Subieron a sus dragones y volaron por Denfly, era lo que mas le gustaba a Eric del mundo, volar en su dragón, Tormenta, sobre la ciudad. Le hacía sentir libre por completo, se olvidaba de sus problemas, sus recuerdos, de todo. Sólo estaba él volando con el viento en la cara. Era una sensación increíble. Realmente Denfly era bella. Se podía sentir la naturaleza

en sus grandes bosques repletos de flora y fauna, con grandes cascadas en armonía con la tierra. Se sentia la vida en sus sencillas calles y en su noble gente. Se sentía la grandeza al contemplar el gran castillo al oeste del duque de Denfly. Era sin duda, una aldea cercana al paraíso y Eric se sentía afortunado de formar parte de ella.

Aterrizaron en el bosque de Terar, a las afueras de la ciudad. Llegaron a unas rocas que daban a un lago y se sentaron ahí.



-No hay nada como un día libre ¿eh? -Dijo Chris.



-Siempre viene bien descansar. -Eric se tumbó en las rocas.



-Sabes, tengo que hablar contigo. -Dijo Chris.



-¿Qué pasa? ¿Es malo? -Eric se preocupó.



-¡No! Mira... Sabes que Nérida, ha llevado una vida muy dura, incluso más que nosotros. Mataron a sus padres y a su hermano delante suya, y ella no pudo hacer nada, siendo la única en sobrevivir. Luego tuvo que vivir en una casa que la acogió, pero a cambio hacia las tareas más costosas, además de que el padre era un pervertido... Aún así, ella siempre ha tenido una sonrisa en la cara, nunca muestra odio, y eso es lo que más me gusta, porque cuando estoy con ella siento que todo está bien... Por eso quiero darle un futuro conmigo, porque no voy a dejar que le pase nada malo nunca más. Llevamos 2 años juntos, pero no me basta. Sabes, nosotros no tenemos asegurada una vida larga... podemos morir en cualquier momento, por eso quiero pedirle que se case conmigo. Para al menos si muero saber que moriré siendo su marido, y que ella es mi esposa. -Explicó Chris, muy serio.



-¡Chris! Sé que Nérida ha pasado por cosas terribles... pero, desde que os conocísteis, ella es feliz. ¡No hace falta que os caseis ya! Podeis esperar. No importa que mueras sin estar casado con ella, tu corazón ya es suyo. -Respondió Eric.



-Sí, pero de esta forma es distinto... Además, ella tiene miedo de que su padre adoptivo vuelva y se la lleve. Si soy su marido, de ninguna forma se la llevará. Y, bueno, ya sabes como soy en estas cosas, soy tradicional. -Dijo Chris.



-Demasiado tradicional. Me sorprende cómo para todo eres tan duro y te saltas todas las normas, y para Nérida, eres dulce y totalmente tradicional. Pero, si es lo que quieres, ¡aquí tienes a tu padrino! -Contestó Eric alegremente.



-¡Eric! Gracias por entenderlo, en serio. -Chris miró muy feliz a Eric. Por estas cosas era su mejor amigo.-Por cierto, también tenía que comentarte una cosa. -Dijo Chris.



-¿El qué? -Preguntó Eric.



-Ayer me atacó un Kinir por la calle. Dentro de la aldea. - Le comentó Chris.



-¿En serio? ¿Cómo se pudo colar? Qué raro, tenemos que decirselo a Gardian en seguida. Si llega a atacar a alguna persona desarmada... -Dijo Eric.



-Sí, tienes razón. Vamos para allá.



-Vale.



Subieron a sus dragones y volvieron A Denfly, hacia despacho de su jefe. Bajaron de sus dragones unos metros delante del despacho, y de pronto aparecieron cinco Garuk para atacarles. Los Garuk eran bestias de 1.50m de alto, muy violentos. Y fueron hacia ellos. Los dos desenvainaron sus espadas y comenzaron a luchar. Se les veía demasiado violentos a los Garuk y más fuertes, como si les hubieran hecho algo. Uno de ellos hirió a Eric en la pierna y éste cayó al suelo.



-¡Eric! -Chris derrotó al último que quedaba y fue hacia Eric. -¿Estás bien?



-Sí, pero me parece que hiré un poco cojo hasta el despacho. Que sepas que yo he matado a tres. -Vaciló Eric.



-Bueno, esta vez te dejo ganar porque te han herido. -Rió Chris.



Llegaron al despacho de Gardian, que estaba jugando al alejedrez, como siempre. Les miró sorprendido.



-¡Chicos! ¿Qué haceis aquí? Si hoy es vuestro día libre. -Dijo alegremente.



-Señor Gardian, tenemos que informarle de algo importante. -Contestó Chris.



-Decidme. Eric, que herida más fea tienes... Cuando acabemos ve a que alguna maga sanadora te cure ¿eh? -Dijo Gardian.



-Sí señor. -Contestó Eric.



-Ayer por la noche luché contra un Kinir, en la calle del arco. Y hoy, a dos manzanas de aqui, nos acaban de atacar unos Garuk, por eso Eric tiene esa herida, uno de ellos le dió con su espada. No sabemos qué está pasando, pero no es normal. - Chris habló muy serio.



-¿En serio? Pero si tenemos el mejor escuadrón caza mountros del pais... Eso sólo puede significar una cosa. Pero primero debemos comprobarlo. -Dijo Gardian.



-¿Cuál es su teoría? -Preguntó Chris.



-Digamos -Dijo Gardian pensativo- que podría ser, muy probablemente que alguien esté invocando a los mounstros desde dentro... Pero debe ser alguien muy hábil para poder pasar desapercivido. No veo otra forma de que esto pase... Chicos, debeis investigar la ciudad de arriba a abajo, no puede escapar.



-Sí señor. -Asintieron los dos a la vez.



-Me temo que hoy no tendreis día de descanso, avisar a todo el grupo y dispersaos en equipos de dos hasta hallar a algún sospechoso. -Gardian estaba muy preocupado por esto. -Y chicos, estad alerta, no dejeis que ataquen a nadie de la ciudad.



-Está bien, vamos Eric. -Chris miró a Eric muy serio y ambos salieron del despacho.



Capítulo 3

El mago de las sombras



Todos se reunieron en la puerta de casa de Chris. Estaban todos ya armados y preparados. Llevaban sus dragones, cada uno el suyo.



-Está bien compañeros -Comenzó Chris- como sabreis, hemos recibido algunos ataques de mounstros por la aldea, y todos sabemos que eso no es normal porque la protegemos nosotros mismos. Gardian me ha ordenado que investiguemos por Denfly hasta encontrar a la persona que los está invocando desde dentro. Ovbiamente no va a ser fácil, así que estad muy atentos y usar la lógica ante todo. Nos dividiremos en grupos de dos. He pensado que lo más óptimo sería que fuese un guerrero con un mago, para compensar. Eric, tú irás con Sever, ireis por la zona norte y centro de la aldea. Ian y Dafne irán juntos, os encargaréis del este y sudeste. Nérida, esta vez irás conmigo, comprobaremos la zona oeste y sudoeste. En cuanto encontréis algo o alguien, mandad a uno de vuestros dragones para avisar a los demás para reforzar, ¿está claro?



-¡Sí! -Exclamaron fuertemente todos.



Se separaron en parejas y comenzaron con la búsqueda.



Eric y Sever subieron a sus dragones y comenzaron su búsqueda juntos. Comenzaron con la zona central de la aldea, ya que se encontraban más cerca de ella. Sever, como siempre, comenzó a poner nervioso a Eric con sus preguntas.



-Bueno Eric... ¿cuándo piensas echarte novia? Desde que te conozco sólo tuviste una y no has querido volver a saber nada del tema. ¡Disfruta de las chicas! -Comenzó a decirle.



-Sever, sabes que ya no me interesa ese mundo en absoluto. -Contestó Eric muy serio.



-Pero, a ver, ya sé que Karina no se portó muy bien, y que te hizo mucho daño... -admitió Sever- pero de ahí a desinteresarte por completo...además estuvisteis muy poco tiempo, ¿No crees que es excesivo?



-Puede, pero mejor prevenir que curar. Y ya tengo demasiadas heridas como para añadir más. Buscar el amor para mí es como elegir un cuchillo con el que cortarme las venas en un brazo lleno de cicatrices. -Eric se quedó quieto mirando al vacío. No tenía buena cara.



-Vale vale, mejor dejemos el tema, nunca te convenceré. -Contestó Sever.- Bueno, por aquí no se ve a nadie sospechoso, todo está en calma. Demos otra vuelta más y vayamos a la zona norte, al bosque de Terar.



-De acuerdo.-Confirmó Eric.



De mientras, Dafne e Ian volaban por las calles del este de Denfy. Hacían un contraste muy bonito, ya que el dragón de Dafne, era completamente negro y el de Ian era blanco. Era una zona bastante solitaria, ya que, en la época de la guerra, fue el lugar más atacado ya que ahí se encontraban los mayores tesoros de la ciudad.



-¿No tienes hambre? Yo todavía no he desayunado...¿Comemos algo? -Sugirió Dafne. Ian y Dafne mantenían una relación extraña, eran compañeros pero lo que Ian pensaba de Dafne era todo un misterio.



-No hemos venido aquí para comer. -Dijo Ian.



-Pero sin fuerzas no lucharé bien, tú sabrás. -Contestó ella ofendida.



-Estoy seguro de que aguantarás. -Le respondió él. Bajaron a la superficie y comenzaron a andar cuando Ian se quedó mirando fijamente a unos hombres -Mira allí... esos dos.

-Había unos metros más delante dos hombres encapuchados hablando, parecía que estaban tramando algo. De pronto uno de ellos le entregó una especie de cristal azul de forma rectangular al otro. -Vamos a seguirles.



-Pero...¿a cúal? Se han separado. -Dijo Dafne.



-Al que tiene el cristal. Vamos. -Ordenó él.



Siguieron al hombre unas cuantas calles, hasta que el hombre se metió en un callejón sin salida, bastante oscuro. Miró a sus alrededores para comprobar que no había nadie, y de pronto, lanzó el cristal azul contra el suelo, creando una especie de portal al que entró.



-¡Vamos! -gritaron ambos.



Se apresuraron a entrar en el portal antes de que se cerrase. Cuando pasaron al otro lado llegaron a una sala grande y oscura, parecía un desván, donde estaba el hombre de la capa negra. Los dos se avalanzaron sobre él, pero les esquivó. Y con magia de sombras, les metió en una cárcel-burbuja.



-Vaya vaya... pero si sois los caza mountros... Menudo placer conoceros... ¿O el placer es vuestro? Supongo que ya sabeis quien soy. Y ¿Sabeis qué? En unos momentos voy a invocar al gran mounstro de las sombras y vais a morir aquí. Luego lo lanzaré a la ciudad y morirán todos los demás y podré hacerme con el control de Denfly al fin...

¿No es maravilloso? -dijo el viejo mago, después se giró y siguió hablando más bajo.-Llevávamos tanto tiempo esperando por este día... ¡Y al fin ha llegado! ¡Denfly estará en nuestro poder, y ese maldito rey morirá pronto, como vosotros!



-¡Maldita basura! -Gritó Dafne. -¡Aquí el único que va a morir eres tú!. -Dafne intentó avalanzarse sobre él pero la brbuja era dura, así que Ian lanzó un ataque de rayo amarillo y ella la golpeó, rompiendo así la burbuja. Cuando se rompió fue corriendo hacia el mago con su espada. Ella no era muy buena en la espada, su especialidad era el arco, pero en esos momentos no tenía otra alternativa. Cuando estaba a punto de golpear al mago, éste levitó rápidamente y se fue hacia un lado lejano de la habitación.



-Aquí teneis a vuestro amigo... ¡SOMBRA INVOCATIO! -Conjuró el mago.



De pronto apareció una cortina de humo negro... Y un gran mounstro de unos 3 metros apareció en la habitación. Ian y Dafne tragaron saliva y se miraron. -Dafne, distráelo mientras yo conjuro el ataque del rayo, ¡rápido! -Ordenó Ian. -¡Sí!- contestó Dfne, ella fue corriendo sin miedo hacia el mounstro, rezando por salir viva de esta. Dafne comenzó a luchar contra él, pero apenas le hería ya que se movía muy rápido porque era muy poco denso. Básicamente era como una nuve de humo negra gigante pero con forma de mounstro. Dafne no sabía como poder atacarle, en cambio el mounstro lanzaba una especie de llamas azules oscuras que cuando alcanzaban a Dafne le quemaban. -¡Dafne, son llamas azules mágicas! ¡Esquívalas o a la larga te quedarás paralizada!-Gritó Ian. Dafne trataba de esquivarlo e intentaba atacar pero no parecía muy eficaz.



Chris y Nérida comenzaron a volar sobre el sudoeste de la aldea. El dragón de Chris era color marrón, mientras que el de Nérida era de un color púrpura oscuro. Aterrizaron cerca de la plaza del castillo de Denfly y comenzaron a investigar.



-Chris, ¿qué piensas sobre todo esto? -Preguntó Nérida.



-Me huele todo muy raro... Espero que se arregle, porque podría traernos grandes problemas... -Contestó Chris muy serio. Él apreciaba su trabajo y quería ascender en él para conseguir una vida mejor y este problema podría acabar con todos sus sueños.



-Ya verás como entre todos lo resolvemos -Sonrió ella y le dió la mano. -Además con alquien como tú en el equipo es imposible perder algo como esto, así que ¡vamos!



Ellos siguieron investigando. Llegaron hasta la parte de atrás del castillo, y a lo lejos vieron dos hombres reunirse, uno iba con una capucha negra y el otro parecía un oficial del castillo de Denfly. Chris y Nérida se acercaron sigilosamente para escuchar de qué se trataba.



-Le acabo de dar el cristal de teletransportación al señor de las sombras. Con esto está todo preparado para que se invoque al gran mounstro de las sombras. -Afirmó el encapuchado.



-Perfecto, al fin podré ser alguien importante en esta aldea... Debemos asegurarnos de que la bestia acabe con todos los caza mounstros y caballeros, y sobre todo con el rey. -Respondió el oficial.



-Para ser un servidor del rey no pareces tenerle mucho aprecio... -Contestó el encapuchado.



-No, me repugna. Deseo su muerte. Y eso es lo que conseguiré hoy. -Afirmó. -Por cierto, ¿dónde se encuentra el lugar de invocación?



-En la parte este de la aldea, como no hay apenas gente, decidimos ir a esa zona. Está en la parte subterránea de un bar llamado "Las campanillas". Que quebró hace unas semanas. Pero pronto saldrá a la luz. -Le contó alegramente el encapuchado.



-El este... ¡ahí están Ian y Dafne! Nérida, manda a uno de los dragones con un comunicado para Eric y Sever contándoles lo que acabamos de oír, yo me encargaré de estos dos. Cuando acabes, ven y ayúdame con tus poderes de tierra. Asegúrate de que el dragón vaya al bosque de Terar. ¡Rápido! -Chris saltó desde los arbustos hacia esos dos hombres.



-¡Sí! ¡Ten cuidado! -Dijo ella.



-Vaya vaya... así que tenemos aquí un renegado y un traidor a la corona... Interesante.

-Chris empuñó su espada y comenzó a luchar contra los dos.



Eric y Sever caminaban por el bosque de Terar, no parecía haber nada extraño allí, cuando de pronto Eric cayó por una especie de cueva subterránea camuflada por el césped.



-¡Eric! ¿Estás bien? -Preguntó Sever.



-¡Sí! Me he hecho un poco de daño en el brazo pero estoy bien. Hey, parece que esta cueva es grande, voy a echarle un vistazo, de mientras ¡busca algo con lo que poder sacarme! -Contestó Eric.



-De acuerdo, pero ¡ten cuidado con lo que haces!-Le contestó Sever.



Eric comenzó a caminar sobre aquella cueva oscura, era muy grande, pero al final del camino, vio una luz azul clara que le llamó mucho la atención. Se acercó a ella, cuando de pronto la luz se hizo gigante, con forma de águila. Eric intentó atacarla pero no sirvió de nada, de hecho se le cayó la espada, ya que tenía el brazo malherido. El águila pasó una de sus alas por su espada, en la que se comenzó a grabar una especie de marca con símbolos desconocidos. Después pasó su ala sobre el brazo herido de Eric, en el que dejó otra marca extraña de color negro. Después el águila se desvaneció y no quedó nada de ella. Eric quedó perplejo ante lo sucedido, no entendía que acababa de pasar. Por si acaso, tapó bien la marca de su brazo y guardó su espada. Después volvió al principio de la cueva.



-¡Eric! ¿Has encontrado algo? -Gritó Sever.



-No, nada interesante. -Respondió Eric. Prefería no contar nada a nadie hasta no estar seguro de qué era lo que tenía.



-Vaya, estas cuevas son tan raras... ¡Agárrate a la cuerda! -Le lanzó una cuerda a Eric y él se agarró mientras Sever le subía.



De pronto Eric y Sever vieron como aterrizaba el dragón de Nérida en el bosque y fueron hacia él.



Dafne no podía más, estaba llena de quemaduras y ya casi no podía moverse, el mounstro era demasiado fuerte y ella llevaba mucho tiempo atacándole. El ataque de rayo de Ian lo único que hacía era dejar al mounstro ciego durante unos 10 segundos, pero no conseguían mucho más. De pronto el mounstro golpeó muy fuerte a Dafne, lanzándola hacia la pared con una fuerza increíble que casi la deja sin conocimiento.



-¡Dafne, no! -Gritó Ian, que lanzó un rayo al mounstro y fue corriendo hacia donde ella estaba. -Dafne, vamos levanta, Dafne, no podemos morir aquí.



-Ian...no puedo... no...-A Dafne se le empezaron a cerrar los ojos y quedó inconsciente.



Ian se giró hacia el mounstro y no le dio tiempo a reaccionar, estaba demasiado cerca para poder lanzarle algún hechizo. Comenzó a asumir que iba a morir ahí, en un sitio que ni si quiera sabía donde estaba, sin haber podido cumplir ni un sólo sueño en su vida, sin haber podido proteger a su compañera, sin nada.



Ian fue corriendo hacia el mounstro con un ataque de rayo gris, que era lo más fuerte que tenía en ese momento, pero de pronto vio una luz azul cegadora, por un momento creyó que era el cielo, pero no podía ser, el mounstro no le había golpeado siquiera. Y cuando se oscureció un poco, vio como Eric comenzaba a luchar contra él con su espada nueva, pero se había hecho completamente azul clara, que destelleava una luz angelical, y se veía mucho más fuerte. El mounstro parecía sufrir sus ataques esta vez, Eric le ordeno lanzarle el ataque rayo a Ian y a Sever lanzarle el ataque de las llamas rojas. En el momento en que el mounstro quedó ciego, Eric le dio un golpe letal con su nueva espada y seguidamente el mounstro quedó envuelto en llamas. Habían ganado, Ian sobrevivió, no podía creerlo.

De pronto vieron que el mago de las sombras comenzaba a huir, pero Chris y Nérida aparecieron en la puerta y le detuvieron.



-No te vas a escapar, abuelo. -Le dijo Chris.



-Supongo que os he infravalorado... Sois muy buenos en realidad. -Admitió el anciano.



Salieron todos de aquel bar y llevaron al mago a palacio. No solían visitar el palacio muy a menudo, de hecho Dafne nunca había ido y esta vez había despertado del desmayo allí dentro. Era magnífico, realzaba el honor y la elegancia en sus inmesas paredes repletas de cuadros y adornos que te hacían sentir minúsculo. Era realmente increíble.

Después de estar un rato allí, el rey los llamó para hablar con ellos.



Capítulo 4

El palacio



Todos fueron hacia la sala del rey, por los inmensos pasillos de aquel palacio. Les costó encontrar la sala pero finalmente llegaron. Tocaron a la puerta y un caballero del rey les abrió.



-Mi señor, los caza mounstros están aquí. -Dijo el caballero.



-Adelante chicos.-Contestó amablemente el rey.



Al fin lo veían de cerca, siempre lo habían visto en actos públicos asomado en su balcón, pero nunca habían estado tan cerca. El rey Alfgar, Era un hombre corpulento, alto. Tenía unos cincuenta años pero no parecía estar cansado. Tenía el pelo canoso pero largo, y los ojos azules, sus rasgos estaban muy marcados y su mirada era firme pero un poco triste, probablemente porque, como todos sabían, en la guerra perdió a su esposa y se quedó solo con su hija Ényah, que vive junto a él en el castillo.

Todos se pusieron en fila delante de él e hicieron una reverencia.



-Quería agradeceros personalmente lo que habéis hecho. Por lo que sé ese hombre, juntos a otro y un caballero mío querían tomar el control de Denfly, invocando a mounstros controlados por ellos. Y habeis conseguido capturar a los tres, sois increíbles. Pero, lo que no sabemos, es si actuaban para una organización, o lo que es peor, para otro país. Así que debo pediros un favor.



-Lo que usted ordene, su majestad. -Contestó firmemente Chris.



-Vereis, necesito que vayais a las islas de Pernea, -Comenzó a ordenar el rey- y que habléis con el rey Tristán, viejo amigo mío, y le pidáis que nos den protección extra y refuerzo. Os mando a vosotros porque para llegar a esas islas desde aquí la ruta es peligrosa, ya que hay que pasar por el mar de Cor, que como sabeis, está plagado de mounstros salvajes. Llevareis con vosotros uno de mis mejores ejércitos como ayuda, además os proporcionaré uno de mis barcos de batalla. No podemos caer en estos momentos, Denfly tiene que resistir. Así que en dos días partireis a primera hora, ¿entendido?



-¡Sí, su majestad! -Contestó Chris.



-Y como muestra de agradecimiento, hoy os invito a cenar en mi palacio. -Sonrió el rey.



-¡Muchas gracias señor! -Contestó Dafne feliz, ya que no había comido en todo el día.









Salieron de la sala y fueron a pasear por el palacio, era increíble, parecía una mansión infinita. Comenzaron a visitar la bilioteca, repleta de todo tipo de libros, tenía dos plantas, y en medio una esfera gigante del mundo. Depués visitaron el gran salón, donde había unas escaleras en las que estaba el trono del rey y el de la princesa a su izquierda.



-Menudas fiestas podría hacer aquí, ¿os imaginais cuantas chicas vendrían? -Digo Sever ilusionado.



-¡Siempre estás igual eh! -Contestó Dafne. Sever re rió y siguieron viendo salas, sin darse cuenta se estaban separando con cada sala que visitaban. Eric al final acabó solo, pero cuando se dio cuenta ya no encontraba a sus compañeros. Estaban todos tan impactados por la belleza del castillo que no se daban cuenta de lo demás.

De pronto Eric llegó a un jardín inmenso, y se quedó mirando unas flores que parecía que tenía pensamientos propios, ya que se movían alegremente.



-Son mis flores favoritas. ¿No son geniales? -Le dijo una voz muy aguda y fina a Eric.



-Sí que lo son. -Eric no se había dado cuenta de con quien estaba hablando, simplemente miraba como las flores se movían de un lado a otro. Cada una era de un color, era impresionante. Eric se giró para saber con quien hablaba y se dio cuenta de que tenía ante él a la princesa Ényah. Se puso blanco al verla, ya que le había hablado como si fuese una persona normal y corriente. Podrían hasta mandarlo al calabozo por eso. Era una chica con el pelo rubio recogido en una coleta al lado, tenía unos rizos preciosos. Sus ojos eran azules y tenía una cara muy feliz. Era alta y muy delgada, parecía una muñeca.



-¡Perdóneme su majestad! ¡No me dí cuenta, mis disculpas princesa Ényah! -Dijo él muy apurado.



-¡Jajaja! No pasa nada. -Sonrió ella.- Yo también me quedo tan impresionada cuando veo esas flores que no me doy cuenta de nada. ¿Cuál es tu nombre? ¿Trabajais para mi padre? -Preguntó ella.



-Mi nombre es Eric Faighton. No, no trabajo para él, pero me ha encomendado una misión junto a mi grupo para mantener la paz en Denfly. -Respondió Eric.



-¿Cual es su profesión? -Preguntó la princesa interesada.



-Pues... soy caza mounstros. -Contestó él.



-¡Asombroso! Debes haber estado en muchos sitios, pero ¿no os da miedo vivir sabiendo que en cualquier misión podeis perder la vida? -Dijo ella.



-Bueno, tampoco le tengo mucho apego a ella. Además, no temo a la muerte, para mí es simplemente la ausencia de vida. -Contestó Eric serio.



-Vaya, sois una persona interesante.-Le dijo Ényah. -¿Vais a quedaros hoy aquí?



-El rey nos invitó a cenar esta noche, -Dijo Eric- después nos iremos a casa y en dos días partiremos.



-Vaya...Eric, ¿Querríais venir mañana? Me gustaría salir del castillo e ir por a aldea, y necesito un guardaespaldas....-Le propuso la princesa.



-Sí, mi señora. -Contestó él. -A primera hora vendré aquí.



-Perfecto, hasta mañana pues. -Se despidió ella feliz.



Eric no entendía lo que acababa de pasar, ¿la princesa pidiéndole protección? Intentó no pensarlo mucho, y fue a bucar a sus compañeros, que le estaban esperando en el salón principal.



-¡Eric! ¿Dónde te habías metido? ¡Vamos a llegar tarde! -Gritó enfadada Dafne.



-Lo siento, estaba en el jardín. -Le dijo Eric temeroso.