Capítulo
4
El
palacio
Todos
fueron hacia la sala del rey, por los inmensos pasillos de aquel
palacio. Les costó encontrar la sala pero finalmente llegaron.
Tocaron a la puerta y un caballero del rey les abrió.
-Mi
señor, los caza mounstros están aquí. -Dijo el caballero.
-Adelante
chicos.-Contestó amablemente el rey.
Al
fin lo veían de cerca, siempre lo habían visto en actos públicos
asomado en su balcón, pero nunca habían estado tan cerca. El rey
Alfgar, Era un hombre corpulento, alto. Tenía unos cincuenta años
pero no parecía estar cansado. Tenía el pelo canoso pero largo, y
los ojos azules, sus rasgos estaban muy marcados y su mirada era
firme pero un poco triste, probablemente porque, como todos sabían,
en la guerra perdió a su esposa y se quedó solo con su hija Ényah,
que vive junto a él en el castillo.
Todos
se pusieron en fila delante de él e hicieron una reverencia.
-Quería
agradeceros personalmente lo que habéis hecho. Por lo que sé ese
hombre, junto a otro y un caballero mío querían tomar el control de
Denfly, invocando a mounstros controlados por ellos. Y habeis
conseguido capturar a los tres, sois increíbles. Pero, lo que no
sabemos, es si actuaban para una organización, o lo que es peor,
para otro país. Así que debo pediros un favor.
-Lo
que usted ordene, su majestad. -Contestó firmemente Chris.
-Vereis,
necesito que vayais a las islas de Pernea, -Comenzó a ordenar el
rey- y que habléis con el rey Tristán, viejo amigo mío, y le
pidáis que nos den protección extra y refuerzo. Os mando a vosotros
porque para llegar a esas islas desde aquí la ruta es peligrosa, ya
que hay que pasar por el mar de Cor, que como sabeis, está plagado
de mounstros salvajes. Llevareis con vosotros uno de mis mejores
ejércitos como ayuda, además os proporcionaré uno de mis barcos de
batalla. No podemos caer en estos momentos, Denfly tiene que
resistir. Así que en dos días partireis a primera hora, ¿entendido?
-¡Sí,
su majestad! -Contestó Chris.
-Y
como muestra de agradecimiento, hoy os invito a cenar en mi palacio.
-Sonrió el rey.
-¡Muchas
gracias señor! -Contestó Dafne feliz, ya que no había comido en
todo el día.
Salieron
de la sala y fueron a pasear por el palacio, era increíble, parecía
una mansión infinita. Comenzaron a visitar la bilioteca, repleta de
todo tipo de libros, tenía dos plantas, y en medio una esfera
gigante del mundo. Depués visitaron el gran salón, donde había
unas escaleras en las que estaba el trono del rey y el de la princesa
a su izquierda.
-Menudas
fiestas podría hacer aquí, ¿os imaginais cuantas chicas vendrían?
-Digo Sever ilusionado.
-¡Siempre
estás igual eh! -Contestó Dafne. Sever re rió y siguieron viendo
salas, sin darse cuenta se estaban separando con cada sala que
visitaban. Eric al final acabó solo, pero cuando se dio cuenta ya no
encontraba a sus compañeros. Estaban todos tan impactados por la
belleza del castillo que no se daban cuenta de lo demás.
De
pronto Eric llegó a un jardín inmenso, y se quedó mirando unas
flores que parecía que tenían pensamientos propios, ya que se
movían alegremente.
-Son
mis flores favoritas. ¿No son geniales? -Le dijo una voz muy aguda y
fina a Eric.
-Sí
que lo son. -Eric no se había dado cuenta de con quien estaba
hablando, simplemente miraba como las flores se movían de un lado a
otro. Cada una era de un color, era impresionante. Eric se giró para
saber con quien hablaba y se dio cuenta de que tenía ante él a la
princesa Ényah. Se puso blanco al verla, ya que le había hablado
como si fuese una persona normal y corriente. Podrían hasta mandarlo
al calabozo por eso. Era una chica con el pelo rubio recogido en una
coleta al lado, tenía unos rizos preciosos. Sus ojos eran azules y
tenía una cara muy feliz. Era alta y muy delgada, parecía una
muñeca.
-¡Perdóneme
su majestad! ¡No me dí cuenta, mis disculpas princesa Ényah! -Dijo
él muy apurado.
-¡Jajaja!
No pasa nada. -Sonrió ella.- Yo también me quedo tan impresionada
cuando veo esas flores que no me doy cuenta de nada. ¿Cuál es tu
nombre? ¿Trabajais para mi padre? -Preguntó ella.
-Mi
nombre es Eric Faighton. No, no trabajo para él, pero me ha
encomendado una misión junto a mi grupo para mantener la paz en
Denfly. -Respondió Eric.
-¿Cual
es su profesión? -Preguntó la princesa interesada.
-Pues...
soy caza mounstros. -Contestó él.
-¡Asombroso!
Debes haber estado en muchos sitios, pero ¿no os da miedo vivir
sabiendo que en cualquier misión podeis perder la vida? -Dijo ella.
-Bueno,
tampoco le tengo mucho apego a ella. Además, no temo a la muerte,
para mí es simplemente la ausencia de vida. -Contestó Eric serio.
-Vaya,
sois una persona interesante.-Le dijo Ényah. -¿Vais a quedaros hoy
aquí?
-El
rey nos invitó a cenar esta noche, -Dijo Eric- después nos iremos a
casa y en dos días partiremos.
-Vaya...Eric,
¿Querríais venir mañana? Me gustaría salir del castillo e ir por
a aldea, y necesito un guardaespaldas....-Le propuso la princesa.
-Sí,
mi señora. Pero, ¿el rey estará de acuerdo? -Contestó él. -A
primera hora vendré aquí.
-El
rey no sabrá nada. -Dijo ella.
-Bueno
princesa... como mande. -Aceptó Eric.
-Perfecto,
hasta mañana pues. -Se despidió ella feliz.
Eric
no entendía lo que acababa de pasar, ¿la princesa pidiéndole
protección? Intentó no pensarlo mucho, y fue a bucar a sus
compañeros, que le estaban esperando en el salón principal.
-¡Eric!
¿Dónde te habías metido? ¡Vamos a llegar tarde! -Gritó enfadada
Dafne.
-Lo
siento, estaba en el jardín. -Le dijo Eric temeroso.
Avanzaron
hacia el gran comedor donde les estaba esperando el rey junto a su
hija. Era inmenso, la mesa estaba repleta de todo tipo de comida. Las
paredes eran blancas con detalles dorados, y habia una lampara enorme
de cristal colgando del techo. Habían muchos sirvientes rodeando la
mesa, invitándoles a tomar asiento. No se lo podían creer.
-Por
favor muchachos, sentaos y comed todo lo que querais. -Les ofreció
el rey Alfgar. -Por cierto, os presento a mi hija Ényah.
Todos
hicieron una reverencia a la princesa, y ella les sonrió.
-Os
agradezco la ayuda prestada a Denfly, porfavor, comed tanto querais.
-Dijo Ényah con una amplia sonrisa.
-¡Madre
mía! ¡Esto es increíble! Después de esto no voy a comer durante
tres días. -Dijo Dafne muy emocionada.
-¡Dafne!
¡Compórtate! Eres una señorita. -Le dijo Sever.
-¡Una
porra! Por cierto, ¿alguien tiene una bolsa? Podemos meter comida y
nos la llevamos para otro día. -Susurró Dafne a sus compañeros.
-¡Dafne!
¡Estás loca! ¡El rey nos tomaría por ratas! -Dijo sorprendido
Chris.
-Sólo
es por aprovechar bien esta cena... -Contestó ella.
Todos
se rieron. La cena estaba espectacular, todo era delicioso. El rey
les preguntó por sus vidas y tubieron conversaciones agradables. Se
lo pasaron realmente bien.
Después
de aquella cena, cada uno marchó a su casa.
Capítulo
5
Dolor
interno
-Chris...
¿Por qué me evitas? Antes estabas siempre conmigo pero desde hace
unos días ni me miras... Yo....quería hablar contigo.
-¿Qué
pasa?
-Verás...
eh... Desde que nos conocimos, hemos luchado codo con codo. Me
enseñaste a manejar el arco, de echo me regalaste el que uso. Me has
salvado de muchos mounstros y lo hemos pasado muy bien juntos...
Chris...yo... estoy enamorada de ti.
-Es
cierto que lo pasamos muy bien juntos, nos llevamos genial...
Pero...me he distanciado porque... he conocido a una chica que es
algo totalmente distinto... Verás, contigo está todo bien, pero, no
siento nada... En cambio ella... Espero poder llegar a estar junto a
ella algún día, desde el primer día que la vi siento mariposas en
el estomágo... mariposas eh, jamás creí que eso existía de
verdad. Lo siento, Dafne.
-Chris...¿por
qué no me lo dijiste sin más? ¿Por qué me hiciste ilusiones y
luego simplemente te alejaste? ¿Qué tiene ella que no tenga yo...?
-Lo
siento... no sabía como decírtelo... y pensé que si me alejaba te
olvidarías de mi... Y no es que ella tenga algo más o menos que tú,
simplemente Nérida tiene ese "algo" que hizo que me
enamorara perdidamente , es algo que contigo nunca podría llegar a
sentir. Dafne... no estés mal por favor...
-¡E-Eres
un maldito idiota! ¡Creía que eras alguien noble, alguien digno de
admirar! ¡Pero no llegas ni a la planta de los pies de cualquier
villano! ¡Así que, deja de hacerte el maduro y el ejemplar porque
eres el peor de todos! ¡Te odio!
-¡Dafne!
¡Espera!
Dafne
se despertó sobresaltada,con lágrimas en los ojos. Odiaba soñar
con ese recuerdo. Volver a sentir esa sensación de vacío en el
momento en que Chris pronunció esas palabras. Lo que le costó
asumir la realidad y ver a Chris de nuevo como a su amigo y a Nérida
como a una compañera más, la novia de Chris. Las noches en vela que
pasó llorando por sentirse tan humillada.
Pero
desde ese día nunca más estaría con ningún chico, eso estaba
claro. No iba a sufrir por nadie, ¿para qué? Así estaba bien.
Ya
era por la mañana, así que fue al baño a lavarse la cara.
-"Es
algo que contigo nunca podría llegar a sentir...". Aquellas
palabras retumbaban en su cabeza... Dafne se miró al espejo,
pensativa. Alzó su mano hacia el espejo, rozándola por la zona que
reflejaba su mirada.
-Nunca
serás Nérida, ni para Chris, ni para nadie.- Se dijo así misma.
Le
cayó una lágrima por su mejilla, pero rápidamente se la quitó y
fue a vestirse, otro día debía comenzar, otro día más...
-¡Buenos
días su majestad! -Dijo Eric animado.
-¡Buenos
días Eric! -Contestó la princesa Ényah.
-¿A
dónde le apetece ir hoy mi señora? -Preguntó él.
-Pues,
he oído que hoy hay un gran desfile en la plaza central, ¡llévame!
-Ordenó ella simpática.
-Oh,
es cierto, el carnaval de Denfly. ¿Nunca lo ha visto, su majestad?
-Preguntó extrañado Eric.
-No,
nunca me dejan salir de castillo. Pero mando a que hagan fotos, y
luego una vez impresas las veo, y así sé más o menos sé lo que ha
pasado. Pero no tiene ni punto de comparación con ir a verlo... Por
cierto, no quiero llamar la atención, asi que hoy me pondré un
vestido sencillo y no llevaré la corona, no quiero que nadie me diga
nada. Así que no me hables tan formal, Eric. -Dijo ella sonriente.
-Está
bien... Ényah. -Dijo Eric forzoso.
-Muy
bien, espérame aquí, voy a cambiarme. -Contestó ella.
Eric
la esperó por un rato en el la puerta principal del castillo. No se
podía creer que fuese a ir a ver el desfile con la princesa de
Denfly, estaba asombrado. La princesa Ényah salió del cuarto con un
vestido color rojo oscuro muy sencillo, y llevaba una coleta alta
hecha con un lazo. Parecía una ciudadana más de allí, aunque era
muy guapa.
Comenzaron
a andar por la ciudad, dirigiéndose al centro de la aldea a ver el
gran desfile de carnaval. Llegaron y Ényah quedó completamente
impresionada, era todo tan colorido... Habían carrozas enormes de
todos los colores donde había encima gente disfrazada. También
había una orquesta que reproducía alegres melodías. La gente
tiraba globos, serpentinas... Era una vista muy alegre. Apareció la
reina del carnval y el alboroto fue mucho mayor. Estaba disfrazada de
princesa, llevaba una corona gigante de color rojo y un vestido muy
pomposo de muchos alegres colores. Iba feliz saludando a todos y
lanzándoles besos. Ényah miraba muy alegre.
-¡Ojalá
tuviese yo una carroza tan bonita! -Gritó emocionada.
-¡Jajaja!
¿Te gusta? -Preguntó él.
-¡Es
increíble! ¡Nunca había visto nada tan colorido! Además, estás
aquí conmigo. Mi vida es perfecta. -Dijo ella mirándole feliz.
-Ényah...
-Eric se puso rojo como un tomate- Apenas me conoces...
-Pero
me transmites mucha tranquilidad, además eres muy guapo Eric. -Dijo
ella averonzada.
-Esto...
¿Quieres ir a tomar un helado? ¡Conozco un sitio que hacen unos
helados increíbles! -Contestó él muy deprisa.
-¡Vale!
-Respondió ella.
Dafne
fue al bar de al lado de su casa. Había estado toda la mañana con
su dragón, Luz, volando y entrenando con él. Llegó cansada allí,
sola. Se sentó en un taburete de la barra y pidió una cerveza y
unos cacahuetes.
-¿Hoy
tienes día libre Dafne? -Preguntó el camarero, James.
-Si,
ya era hora -Respondió ella.
El
camarero la miró feliz y le sirvió su pedido.
De
pronto escuchó unas risas entrando al bar, eran Chris y Nérida.
Iban cogidos de la mano y se sentaron en una mesa pegada a una
ventana del bar. Dafne, intentando disimular su tristeza, se acercó
a saludarles.
-¡Hola
tortolitos! -Dijo sonriente.
-¡Hola
Dafne! ¿Quieres tomar algo? -Sonrió Nérida con su bonito rostro de
niña pequeña.
-No
gracias, ya me he tomado una cerveza y unos cacahuetes, pago y me
iré. -Respondió ella simpática.
-Oh,
bueno, pues me alegro de verte. -Dijo Nérida.
-Y
yo, ¡pasadlo bien! -Dijo Dafne mientras miraba feliz a Chris.
Dafne
se acercó a la barra para pagar lo que había tomado, y Chris se
acercó para pedir. Había gente delante así que tuvieron que
esperar su turno. Chris miró a Dafne y se acercó a ella.
-Dafne,
¿cómo estás? -Preguntó Chris preocupado.
-Estoy
muy bien Chris, ¿y tú? -Dijo ella mirándole seria.
-Bien...
¿Pero tú segura que estás bien? -Respondió Chris.
-Chris,
ya hace mucho que pasó todo, en serio, no te preocupes, ¡todo está
bien! -Dijo ella feliz.
-Está
bien Dafne, nos vemos. Te invito a lo que hayas pedido -Chris le
sonrió y se acercó al camarero.
-Gracias
Chris. -Dijo ella y se marchó.
Dafne
se despidió de Nérida y salió de aquel bar. Al salir vio a Sever
con una chica, le estaba diciendo que después de la expedición en
barco volvería e iría a su casa con unas flores, pobre chica,
siempre las engañaba a todas...
-¡Hombre,
Dafne! Qué grata sorpresa. Mira Elisa, esta chica es la que salvé
de las garras de un mounstro horrible, era una aráñacien (especie
de araña con muchas patas). -Dijo Sever entusiasmado.
-Pero
qué... -Dijo Dafne. Todo era completamente mentira, pero Sever
comenzó a mirarla con cara de pena y ella le dijo que todo era
verdad.
-¡Eres
increíble Sever! -Dijo la chica emocionada.
-Lo
sé... Bueno, Dafne, nos vemos mañana. Espero no tener que salvarte
de más mounstros eh -Dijo Sever.
-Sí
eh...-Contestó Dafne con ironía.
Se
despidió de ellos y se fue a la montaña más alta de Denfly, la
montaña Dénara. Subió sin su dragon porque no quería que hiciera
mucho esfuerzo, así que la escaló sola con su arco a cuestas. Llegó
a la cima, era la primera vez que subía. Vio Denfly y reconció que
era preciosa. El castillo, el bosque, las casas, todo... Era
maravilloso. Comenzó a practicar su puntería con el arco, y sin
darse cuenta se le hizo de noche.
Empezó
a descender la montaña, pero estaba demasiado oscuro. Debía de
tener mucho cuidado o se caería y probablemente se mataría. Pero
mientras bajaba, apoyo el pie en una roca frágil y se cayó...
Qué
torpe había sido... Bueno, no estaba mal una muerte así para ella.
Aunque la gente pensara que era un suicidio ni si quiera había sido
eso, era mucho más tonto... Pero en fin, ¿a quién le importaba? Si
estaba sola, y así es como iba a morir, sola.
"Es
algo que contigo nunca podría llegar a sentir...". Volvieron
a resonar esas palabras en su cabeza, ¿de verdad era lo último que
iba a pensar? ¿Ya está?
Pero
de pronto, apareció un chico vestido de negro sobre un dragón
blanco. Sin duda era Ian. Alcanzó a Dafne a tiempo y la subió a su
dragón.
-¡Idiota!
¿Qué hacías ahí sola? ¿Qué pretendías? -Gritó Ian histérico.
-Yo..
eh... Estaba practicando...pero se me hizo de noche y no tenía a mi
dragón... -Respondió ella avergonzada.
-¡Dafne!
¡De veras eres tonta! En fin... agárrate fuerte, vamos a aterrizar.
-Gritó Ian.
El
dragon de Ian aterrizó cerca de la casa de Dafne. Ella bajó del
dragón y miró hacia arriba, donde estaba Ian sobre su dragón.
Hacía una imagen muy bonita. Él iba de negro con su dragón blanco
en la noche y justo detrás se veía el cielo estrellado con una luna
inmensa. Se dio cuenta de que Ian le acababa de salvar la vida.
-Bueno,
me voy, descansa que mañana nos espera un duro día, y no hagas más
tonterías. -Dijo Ian serio. Se giró en su dragón para despegar de
nuevo.
-¡Ian!
.gritó ella.
Él
se giró inesperado.
-Gracias...
por salvarme... de no ser por ti estaría muerta. -Dijo ella mirando
al suelo.
-Oh...
no importa... Bueno, adiós. -Ian despegó con su dragón y se fue a
casa.
Dafne
suspiró y se fue a su casa. La mente de Ian era como un muro de
piedra para ella. Totalmente impenetrable.
Eric
y Ényah lo habían pasado muy bien ese día, pero ya se les había
hecho de noche así que Eric la llevó a castillo.
-Eric,
me lo he pasado genial. Realmente eres increíble. -Agradeció Ényah.
-Yo
también lo he pasado bien, un placer haberla protegido mi señora.
-Respondió Eric.
-Mañana
os vais, ¿cierto? -Preguntó ella.
-Sí.
Bueno, me marcho a casa. ¡Adiós! -Contestó él.
-¡Espera!
Eric, ¿puedo preguntaros algo? -Dijo ella apurada.
-Lo
que queráis. -Respondió Eric.
-¿Creeis
en el amor Eric? -Preguntó ella muy seria.
Eric
se calló y se puso muy serio. ¿El amor? ¿Qué clase de pregunta
era esa?
-Eso
es algo que no puedo responder princesa Ényah. Buenas noches. -Dijo
Eric mientras se marchaba.
¿Así
que el amor eh...? No, él no podía creer en eso. Ya le habían
decepcionado bastante. A él no le importaba estar solo. A veces sí
que es cierto que desearía estar con alguien, cuando ve a Chris y
Nérida lo bien que se entienden siente cierta envidia pero, no era
algo que le atormentase todo el tiempo. Además, lo que sentía por
Ényah no cree que sea algo parecido al "amor", pero sí
que pensaba que es simpática.
Eric
llegó a su casa y fue a dormir.
-¡Karina!
¿Que significa esto...?
-Eric...
Te voy a ser sincera... Sé que me quieres, pero, no he sido sincera
contigo... Realmente, estaba contigo porque así conseguiría que
este chico, Jared, volviera conmigo... No te quiero, Eric.
-Chaval,
¿no ves que sólo te han utilizado? Eres sólo un idiota. Vete y
deja de molestarnos.
-Eric,
lo siento, no volveremos a vernos nunca.
-Yo...
y-yo...
Corre.
Corre no mires atrás. Esto es una pesadilla ya verás, pellízcate y
despertarás al lado de Karina y todo estará bien. No... no
funciona... ¿es real? ¿me han utilizado? La primera chica de la que
me enamoro... Dios... ¿La muerte? ¿Es esto parecido a morir? ¿O lo
más parecido a desear morir? Sólo quiero ir a casa... No me
quiere... no me quiere... ¡NO ME QUIERE...!
Eric
se sobresaltó de la cama. Los recuerdos le invadían convertidos en
pesadillas. Trató de volverse a dormir ya que mañana era un día
importante.